25 de octubre de 2013

What About Us.



Capitulo Treinta y Nueve.

-¿Un viaje? –preguntó sorprendido-
-Sí, un viaje –le sonreí-
Sus labios se curvaron e hicieron una agradable sonrisa, su rostro mostro alegría. Suponía que eso era una buena señal, que a él le parecía bien la idea.
-¿Qué te parece? –le cuestioné-
-¿Y a que parte seria?
-No lo sé –hundí mis hombros- pero lejos de acá.
-¿Por qué lejos?
-Porque acá no puedo hacer nada! –Exclamé- y la verdad es que no me gusta estar encerrada en mi departamento por mucho tiempo.
Asintió y me observo por algunos segundos.
-La pasaríamos bien –aseguró-
-Por lo mismo te lo propuse a vos.
-¿Y porque yo? –me cuestionó-
-Quise ir con Fede pero hoy me dijo que tenía planes para las próximas semanas y… -suspiré- no sé, últimamente estamos muy cercanos y me gusta pasar tiempo con vos, me gusta lo que tenemos.
-¿Y qué es lo que tenemos? –preguntó-
-¿Una amistad? –Pregunte en forma de respuesta-
-¿Somos amigos?
-Supongo que sí.
-Yo diría que más bien dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre y eso es lo que somos.
-¿Algo sin nombre? –reí-
-Exacto –sonrió- algo que aún no descubrimos pero nos hace bien.

Y nuestras miradas se detuvieron en el mismo momento. Mis ojos no se separaban de los suyos y viceversa, esa mirada estaba llena de misterio y a la vez tranquilidad. Él me hacía sentir bien, me hacía sentir llena y aunque era imposible de reconocerlo frente a él, me gustaba.

Me di cuenta que estaba mirándolo torpemente y desvié mi mirada.
-¿Y cuál sería nuestro destino? –le pregunté-
-¿Sobre qué? –Me preguntó perdido en mis ojos-
-Sobre el viaje –sonreí-
-Ah –rio a la vez cambio de dirección sus ojos- no sé, decide vos.
-Me gustaría ir a Punta cana.
Peter rio y negó a la vez.
-Estás loca, no creo tener tanta plata.
-¿Y quién dijo que ibas a gastar plata? –le pregunté-
Peter me miro sorprendido y negó a la vez.
-Ni se te ocurra, Lali –me advirtió-
-Tonto, te estoy invitando –le sonreí- yo lo propuse, yo invito –aseguré-
-De ninguna maldita manera –aseguró-
-¿Me vas a rechazar la invitación? –le pregunté-
-Sí, no voy a dejar que gastes en mí y menos para un viaje así de costoso.
-¿Y porque no?
-Porque yo soy el hombre, yo debería invitarte –dijo machista-
-Que machista! –exclamé riendo-
-No lo encuentro gracioso –me miró- al menos podríamos pagar cada uno lo suyo.
-No Peter, no jodas más, yo invito –insistí-
-No.
-Sí y no se habla más.
Agarre mi celular y empecé a buscar el número de Max. Cuando lo encontré de inmediato lo marqué y me puse el teléfono en mi oreja.
-¿Qué estás haciendo? –Preguntó Peter-
-Shhh.

-Max! –Exclamé cuando escuche su voz a través del celular-
-Sé perfectamente mi nombre –reímos- ¿Cómo van tus vacaciones Mariana? ¿Me estas extrañando mucho que me llamas a esta hora?
-Claro –reí- y van bien pero se van a poner mejor y para eso te estoy llamando.
-¿Qué necesitas?
-Dos pasajes para punta cana.

Cuenta Peter.

-No ¿Qué haces? Lali no! –dije rápidamente pero ella solo rio y siguió hablando con Max-
-Ok, nos vemos en unas horas, duerme bien y sos un amor a veces –rio- chau.
Cortó y de inmediato mi mirada fue casi fulminante hacía ella.
-Te dije que no lo hicieras –musité seriamente-
-Ya lo hice –aseguró con una sonrisa de ganadora- mañana voy a buscar los pasajes y nos vamos al otro día en la mañana, y no se habla más.
Sonrió soberbia y ella ni siquiera se imaginaba ni percataba todo lo que provocaba en mí. Se levantó desnuda y tomo unas bragas nuevas para luego salir de la habitación.

Y lo había hecho, ella había comprado dos pasajes para punta cana, uno para ella y uno para mí. No lo podía creer, esta chica nunca me iba a dejar de sorprender.
Volvió a la habitación con sus bragas puestas pero sus pechos seguían libres. Se acostó a mi lado y me dio la espalda.
-¿Enserio lo hiciste?
Le pregunté con la esperanza de que todo había sido una joda, y que en el rato que había estado fuera de la habitación había llamado a Max y había cancelado todo.
-Sí.
Murmuró y el silencio se hizo presente por algunos minutos. No sabía qué hacer, no sabía si agradecerle, si decirle que lo cancelara o alguna otra cosa que se me ocurriera.
Ella volteó lentamente y me miro algo tímida.
-¿Hice mal? –me preguntó-

La miré y sus ojos me transmitían una necesidad de que alguien estuviera a su lado, de que alguien la acompañara en esto, y que ese alguien era yo.
Le sonreí y negué.
-No hiciste mal –aseguré-
-¿Vas a acompañarme? –me preguntó-
-Si es lo que quieres, sí.
-Es lo que quiero –sonrió-
Me acerqué a ella y puse una de mis manos sobre su mejilla. La acaricie suavemente y le sonreí.
-Yo también lo quiero.
Sonrió y esta vez no lo deje pasar. Capture sus labios con los míos y la bese de una manera en la que posiblemente nunca antes la había besado. Había calma, tranquilidad, y tal vez un poco de sentimientos.
Ella me hacía mejor persona y yo en cambio, la hacía feliz.

El beso se terminó lentamente y rodeé con mis brazos, su cabeza se apoyó en mi pecho y yo le di un beso en la frente.
-Buenas noches –susurré-
-Buenas noches –respondió-
Y eso fue lo último que ambos dijimos antes de caer en un ligero sueño. Ella entre mis brazos, apoyada en mi pecho y sintiendo los latidos de su corazón.
Y éramos tan similares pero a la vez tan diferentes que me hacía confundirme aún más. 

Continuara...

Las quierooo!!! @chilelaliter