8 de abril de 2013

Capitulo Ciento Cuarenta y Nueve.

'Volver a Respirar'
Capitulo 149.

20.50 hrs. Estacioné justo afuera de mi departamento, me quedé mirando las llaves por algunos minutos hasta que decidi bajar, no iba a ser necesario guardar el auto, estaba casi seguro que quizá en una o en dos horas más tarde lo usaría.
Entre al edifició, no me demoré nada en llegar a la puerta de mi hogar. Abrí despació, y entré casi sin hacer ruido. Miré a mi al rededor y no estaba, a lo lejos escuché un pequeño ruido del televisor, de seguro estaba en el cuarto.
Me saque el abrigo, dejé las llaves en el mesón y caminé hasta la habitación, mi mente no paraba de revolverse.
Llegue al marco de la puerta y la ví recostada sobre la cama, durmiendo. Me quedé ahi, apoyando mi espalda en la pared  y observandola fijamente mientras pensaba.

Honestamente no entiendo en que situación me encuentro, no sé si esto es una especie de despecho con sabor a esperanza, si es un intento fallido de olvido, si es un simple acto que me hace sentir que sin vos, las cosas empiezan a parecer tan faltas de vida. Antes, cuando escuchaba a personas diciendo "sin vos ya nada tiene sentido" y cosas por el estilo, pensaba que era algo dramático y exagerado. En ese entonces no había encontrado al amor de mi vida, ahora mi punto de vista va mucho más allá de eso, de todo. 

Jamás había sentido algo así, jamás me hubiera creido de ser tan fiel a mis sentimientos, de que aún cuando ya tenía mi vida hecha con otra persona, aún cuando ya estaba todo superado, aún cuando ya lo daba todo por terminado.. volvi a vos. Jamás me creí capaz de ser tan leal a un sentimiento, hasta que te conocí. 
Quizás nunca te olvide, solo aprendí a vivir sin vos, y fue duro, y no me agradó pero era mi realidad y la realidad no nos satisface por completo. Todo lo que quiero decae en vos, y no sé si deba quemar esta fé o dejar un pedazo guardada con candado esperando que un buen día una llave, esa misma de siempre, venga a abrirla.. una vez más.

Habré estado en esa posición más de quince minutos tal vez, pensando, pensando, y pensando. Llegando a la única conclusión, a la que debería ser la mejor para mi, y para ella. La queria demasiado para seguir engañandola.
Ella se movió, abrió sus ojos clanvandolos en mí, sonrió aun con la cabeza pegada a la almuhada. La culpa me comió por dentro, definitivamente no esta bien lo que estaba haciendo.
-Llegaste -susurró con un suave y ronco tono de voz-
Asentí y sonreí casi por inercia, su voz de dormida me encantaba. Me miró por algunos eternos segundos, hasta que luego se sentó en la cama.
-¿Que haces ahí? -me preguntó emitiendo cortas risas-
Miré mi posición, sentado en el suelo, apoyado en la pared y mirandola.
-Veni boludito! -me llamó riendo-
Suspiré, sabía que si me levantaba e iba hasta ella, no iba a poder decirle la verdad.
-Estoy bien acá -respondí tratando de no sonar frió-
-¿Enserio? -rió-

Sonreí con culpa. Esto iba a ser más dificil de lo que pensé.
Sara se levantó, fue hasta el espejo y se ató el pelo. Me miró y sonrió, cálida, fresca, linda. Caminó hasta mi, y se arrodillo frente a mí, nuestras miradas se cruzaron y ella tomo mis manos.
-¿Que pasa? -me preguntó con su maldita tempestad que la caracterizaba-
-Nada. -mentí, ese momento me pasaba todo-
-Peter -me llamó- sabes que podes contarmelo, tenemos confianza, somos amigos -me recordó-
La miré y sus ojos me enredaron una vez más. No iba a negar que me gustaba, pero eso no era suficiente. En la otra esquina de mi corazón y con mayor territorio estaba Lali, y describir lo que sentía por ella, era simplemente imposible. Era algo que nunca había sentido, y no se podía comparar a nada, ni nadie.
-Hey! -me volvió a llamar, sacandome de mis pensamientos-
Levanté mis cejas y ella sonrió.
-Ya que no me vas a decir lo que te pasa al menos por ahora -me advirtió- deberíamos comer ¿no?
Asentí nervioso, casi no me salían las palabras. Sara se acercó y depositó un tierno piquito en mis labios.
-Vamos.
Se levantó sin soltar mi mano, espero a que me levantará pero no pude. No podía seguir con esto.
Me iba a costar muchisimo explicarle lo que me pasaba, y que ella no me odiara. No se merecía esto, ni ella, ni Lali. Sin embargo, la sensación de dolor que tenía por tener que dejarla era algo inexplicable, raro.

Ella no había sido como mis anteriores novias -sin contar a Lali- no había venido a reemplazar a la anterior. Sara era especial, nos habíamos dado el tiempo de conocernos, de ser amigos, de querernos, de no complicarnos, de dejar que las cosas se dieran solas.
De alguna manera me había echo querarla muchisimo, de acostumbrarme a vivir cada día alguna cosa diferente, y lo más importante, no le había importado poner un nombre a lo que teníamos, ella quería estar a mi lado, hacerme reir, hacerme feliz, tal y como me lo dijo una de las tantas veces que teníamos esas charlas profundas, y lo había logrado, me había acostumbrado a estar con ella, a vivir más tranquilo, vivir el día a día.
Pero ahora todo cambiaba, de la nada. De repente todo volvía a Lali, la que siempre tomé por el amor de vida, la que nunca dejé de querer, de amar, de sentir, de necesitarla. Obviamente tuve que adaptarme a la realidad, tuve que seguir con mi vida, y tuve que guardarme cada sentimiento hacía ella, esperanzado que tal vez algun día nos volveriamos a reencontrar. Y justamente llegó el día, y aunque me doliera dejar atrás todo lo lindo que viví con Sara, con Lali estaba mi vida.

-Tengo que decirte algo -aseguré sin titubear-
Ella soltó mi mano, y me miró casi sabiendo lo que se venía. Estaba seguro de que ella notaba que algo andaba mal y quería evitarlo de culquier forma.
-¿Ahora? -me preguntó algo nerviosa-
-Ahora -afirmé-
Asintió, trago un poco de saliva y se incorporo al suelo, sentandose a mi lado.
Suspiré, y la miré por algunos segundos.
-Te estás complicando.. -me recordó al notar que yo no hablaba-
-Esto es complicado -aseguré-
Ella se mordió su labio inferior y jugueteó con sus dedos.
-Esto es raro.. -dije con mi voz un poco ronca- me siento mal, siento que vos te mereces algo mejor que esto -aseguré-
Me miro sorprendida, su boca se abrió un poco y tomo airé.
-Me siento bien asi -se adelantó- no me gusta lo formal, ni las cosas obligadas, no hace falta complicar una relación, estoy comoda con lo que tenemos.
-No me refiero a eso.. -dije complicado-
-¿No? -preguntó nerviosa-
-Sara yo.. -sus ojos se abrieron más de lo normal- estoy confundido -largué-
Su mirada bajó hasta sus manos, y su ardor en sus mejillas evidenció que le incomodaron mis palabras.
-No puedo seguir así, no te lo mereces -acoté-
Ella no dijo nada, siguió igual.
-Hey.. -la llamé pero ella negó- decime algo -le pedí-
-¿Que? -me miró dolida, sus ojos estaban un poco rojos-
-Preguntame algo, puteame, decime lo que pensas, que se yo!.. solo quiero escuchar lo que estás pensando -volví a pedirle-
-No importa.. -desvió su mirada-
-Si me importa -agarré su mentón y la obligue a que me mirará-
Sus ojos se posaron en los mios y no tardaron en llenarse de lágrimas.
-Solo decime la verdad -me pidió-
-La verdad.. -suspiré- no tengo muchas cosas claras, pero si sigo asi, te voy a hacer sufrir -aseguré- y no quiero verte mal, no quiero que sufras por mi.
Sus lágrimas cayeron por sus mejillas y ella bajó su mirada.
-Yo estoy... no sé exactamente como estoy pero.. creo que sé que quiero otra cosa, y.. -tome airé- yo te quiero mucho pero no es suficiente ¿sabes? -traté de ser lo más sutíl posible-

Su débil mirada volvió a mi, me dolía verla así. Limpié sus mejillas y luego acaricié su cabello.
-Odio verte así -susurré-
-¿Estás siendo sincero? -me cuestionó-
-Quizá.
-Decime lo que falta -me pidió- quiero escucharlo de tu boca, y no de otras.
-Estoy justamente donde alguna vez pensé, quisé y necesité -apreté mis labios-
-Más claro -me pidió sollozando-
-Estoy volviendo a creer que si vale la pena arriesgar a cambio de algo eterno -contesté- estoy siguiendo al lado más fuerte de mi corazón, a esa pequeña conciencia que dice que me la juegue de verdad por ese amor que quedo inconcluso..
Sus lágrimas cayeron desesperadamente de sus ojos.
-Solo decilo -susurró con dolor-
-Mariana.
Apreté mis ojos y ella rápidamente entendió. Se levantó llorando y corrió hasta el baño, dió un fuerte portazo y senti como gritó desesperadamente.
Unas cuantas lágrimas cayeron de mis ojos, no queria herirla pero tenía que saber la verdadera razón.

Le di su tiempo en el baño, al rededor de media hora. Noté como atravesaba la sala con toda sus cosas en mano.
-Te llevó -le dije al voltearme-
-No -dijo fria-
-Sara.. -me acerqué-
Ella bajó su vista, pero yo me acerqué más y tome su rostro con ambas manos.
-Perdoname -le pedi sincero-
No dijo nada, solo me miró.
-Sé que quizás debemos hablarlo más, debes saber más cosas, necesitas saber como pasó esto.
-Estoy mal, no voy a entender nada ahora -dijo sincera- prefiero que me lleves a casa y otro día lo hablemos, ahora no quiero escucharte más.
-No me odies -ella corrió su rostro- Sara.. -hice que me mirara fijamente- no me odies, por favor.
-¿Somos amigos no? -repitió ella con cierta ironía-
-No quiero quedar mal con vos, sos importante para mí -aseguré-
-Llévame a casa.
Camino hasta la puerta y la abrió. La seguí luego de tomar las llaves y los documentos del auto. Todo el camino fue silencioso, nadie se atrevía a seguir hablando más. Estacioné afuera de su edifició, ella abrió la puerta del auto pero antes de bajarse, me miró.
-No te odio -habló- básicamente me estas cagando la vida en estos momentos pero ya se me va a pasar.
Y salió del auto, camino a pasó rapido hasta el edificio y sin voltear, entro.

Cuenta Lali.

Tomas había llegado hace poco a casa, estaba acostado y listo para dormir cuando siento que tocan el timbre. Raro, el conserje no me había avisado por citofono.
Sentí miedo, terror a que pudiera ser él. Caminé lento hasta la puerta, traté de mirar por el pequeño orificio de la puerta pero no logre ver nada. Entonces, abri lentamente la puerta, nerviosa, insegura, y rogando porque no fuera él.
-Lali! -exclamó nerviosa la persona al momento en que abri la puerta completamente-
La miré de pies a cabeza, era mi ex suegra, la mamá de Diego.
-Viviana -dije sorprendida-
-Hola... -habló timida-
-¿Que haces acá? -pregunté con miedo a que él pudiera estar en su departamento-
-Necesito que hablemos, me enteré de lo que pasó con mi hijo... y lo siento mucho -dijo sincera, ella si que era distinta al puto de su hijo-
-Si.. -dije nerviosa- ¿estás sola? -le pregunté para asegurarme-
-Si, vine a revisar el depto de Diego y a hablar con vos.. ¿puedo? -me preguntó educadamente-
-Si, si.. pasa..
Entró, y cerré la puerta aun con nervios. Le ofrecí algo de tomar, y nos preparamos dos tazas de café. Esta charla iba a ser larga.

Continuara...


Ya se vienen los capitulos másssssssss lindosssssssss.