2 de agosto de 2013

What About Us.

Capitulo dos.

Uno, dos, tres.. Inhala y exhala Mariana. Quizás estaba borracho y no se acordaba de mí o la noche hacía que no me reconociera o tal vez me veía diferente que en la tele. Una cantidad de hipótesis pasaban por mi cabeza, tal vez estaba confundido y no quería sonar desubicado.
Sentí su mirada penetrante en mí, entonces ese bloqueo mental que había tenido por algunos segundos, desapareció. Sonreí queriendo parecer amable, pero la verdad era que dentro de mí estaba furiosa con ese chico.

-¿No me vas a decir tu nombre? -preguntó segundos después de haber sostenido firmemente mi mirada sobre la suya-
Entonces, era cierto. Él no me conocía. ¿Cómo podía ser posible? No recuerdo a un chico hacerme esa maldita pregunta en estos dos años.
Me sentí ofendida, me había dejado casi en estado de shock. No podía ser cierto.
-Mariana Esposito -hablé sin apartar mi mirada de sus ojos- más conocida como... Lali.
Quizás ahora si me reconocía.
-Ah, un gusto Lali.
Me dijo como si nada, y concluyó con una sonrisa.
Lo iba a matar! Estaba jugando conmigo, lo presentía. ¿Cómo no me iba a reconocer? SOY LALI ESPOSITO. Lo odiaba.
Sonreí falsa y aparté mi mirada hacia el frente. Estaba descolocada, él claramente estaba jugando con mi ego y mi orgullo.
-¿Y qué estás haciendo acá? -preguntó-
Mi mirada volvió a él.
-Digo.. En la terraza, sola.. -se explicó- porque no creo que hayas venido sola.
Y con cada palabra que decía lo odiaba más. 
-Yo... -estaba casi tildada- vine con una amiga -dije rápidamente-
-¿Y te dejo sola? -preguntó-
Grrr!! Juró que lo voy a matar. Esto no me podía estar pasando a mí, ósea... ¿De dónde mierda era este idiota que no me conocía? 
Lo mire fijamente y pude notar que su rostro se me hacía conocido, como si alguna vez lo hubiera visto en alguno de los tantos lugares a los que había ido.
-¿Sos de acá? -le pregunté, omitiendo su pregunta-
-No, soy de Buenos Aires -respondió-
Y casi herví de bronca mientras notaba su rostro con una pizca de burla. Se estaba aguantando la risa, y sus ojos lo estaban delatando. Estaba jugando conmigo.
-¿Y no me conoces? -pregunté seria-
Me miró fijamente y soltó una risa burlesca. Maldito hijo de puta. Si me conocía y me estaba jodiendo.
-¿Sos la presidenta acaso? -preguntó riendo-
Rodeé mis ojos y boté aire con cierto disgusto.
-No.
Sonreí cínica y me acerque a él, pisando fuerte contra el suelo haciendo sonar mis tacones.
-Soy cántate, actriz y modelo.
Aseguré con soberbia, no me iba a dejar como una pelotuda. Me acerqué un poco más con mi rostro al suyo, lo miré fijamente a los ojos y luego baje mi vista a su boca.
-Y lo sabes muy bien.
Musité segura. Él quería jugar, y exactamente eso era lo que iba a hacer. Y yo sabía jugar muy bien.

Rio y se alejó de mí. Apreté mis ojos y suspiré.
-Un gusto conocerte "Lali" -dijo aun con su burlesco-
Lo miré con despreció. Le sonreí sarcásticamente y giré para devolverme al local. Estaba furiosa.
-Y para que te quedes tranquila y tu ego no te maté -habló e hizo que me quedara de espaldas escuchándolo- si sé quién sos.
Se acercó hasta quedar justo detrás de mí. Con su mano corrió mi cabello hacia un lado y se acercó a mi oído. Ese maldito acto me hizo vibrar.
-¿Cómo no conocer a la chica más insoportable de Argentina? -susurró en mi oído-
Hijo de Puta. Apreté mis labios con bronca y volteé rápidamente.
-¿Y vos quien sos para tratarme así? -le pregunté enojada-
Lo miré de pies a cabeza. No era nadie, simplemente un muerto de hambre más del montón.
-Trabajo para vos -aseguró-
¿Qué? ¿Trabajaba para mí? no, no podía ser. Yo conocía a... bueno, quizás no conocía a todos los que trabajaban para mí pero... no, definitivamente no podía trabajar para mí. Esta era una broma más de su maldito juego.
Encarné una ceja y reí irónicamente.
-¿Si? -le cuestioné riendo- ¿y qué haces, limpias los baños? -pregunté con maldad-
Rio y se acercó más a mi rostro.
-Te encantaría que limpiara tu culo ¿no?
No respondí. Solo lo miré esperando que contestara mi pregunta. Este imbécil se estaba ganando una patada en las pelotas.
-Soy relacionador público, trabajo con tu staff y...
-No me interesa -lo interrumpí-
Sonrió falso y sus ojos se posaron en mi boca.
-Suponía que alguien como vos no iba a entender lo que era ser un relacionador público.
Me estaba humillando. Era jodidamente desagradable y no iba a soportarlo ni un segundo más.
-Ándate a la mierda -le dije lo suficientemente cerca como para poder sentir su respiración en mi rostro- ¿ahí es de donde viniste no?
Reí y me alejé de él. Le di la última mirada de odio y volteé para caminar a paso seguro. Moviendo mis caderas de un lado a otro exageradamente. Este imbécil claramente se había equivocado de chica, conmigo no iba a jugar.

Entré directamente al local ignorando completamente a los bastardos que me pedían una foto o un baile o me decían alguna grosería asquerosa.
Encontré a Eugenia riendo con un grupo de chicos bastante guapos. Sonreí, y me arregle el cabello. Justamente eso era lo que necesitaba para relajarme y olvidarme del hijo de puta de recién. Chicos, alcohol y descontrol.
Me integre al grupo con facilidad y las copas de champagne empezaron a correr, y mi garganta era cómplice de una cantidad incontrolable de alcohol que pasaba por ahí hasta llegar a mi hígado.
-¿A dónde te habías metido? -preguntó mi amiga un poco borracha-
-Por ahí -reí-
-¿Donde? -insistió-
-¿Que importa eso ahora? -volví a reír- hay que celebrar gorda! -le señale mi copa- y hay que emborracharse y pasarla bien -choque mi copa con la de ella- hasta el amanecer! -canté y ambas reímos-
-Te adoro locaaa! -me abrasó-
Reímos y seguimos bailando entre los cuatro chicos que estaban con nosotras. El alcohol de apoco empezaba a hacer efecto en mi cuerpo y las ganas de disfrutar la noche aumentaban. Nada iba a arruinar mi noche. Mucho menos ese imbécil.
Y lo vi. Estaba a unos cuantos metros de mí, jodiendo con el grupo de mi staff. No le importaba mi presencia, ni siquiera me miraba. Maldito hijo de puta. ¿Cómo se podía resistir a mí? ¿Cómo me podía decir que era insoportable? ¿Cómo se atrevía a jugar conmigo? era un completo estúpido.
Unas grandes manos se posaron en mi cintura, y sentí la respiración de unos de los chicos con los que estábamos detrás de mí.
Sonreí y apoyé mi cuello en su hombro para tirar la cabeza hacia atrás. Él se relajó en mi cuello y yo apoyé mi culo sobre su bulto.
Movi mis caderas al ritmo de la música, las manos del chico se posaron en ellas atrayendome a su cuerpo, y movi mi culo sobre su bulto exageradamente. Quería provocarlo, calentarlo y dejarlo exitado. No tomarme la sopa, esa era mi especialidad.
Sentía como él dejaba varios besos en mi cuello, y trataba de seguirme en cada movimiento pero claramente no lo lograba. Su boca se dirigió hasta mi oído y susurró.
-Estoy caliente.
Reí. Lo había logrado.
Miré hacia el frente y vi al detestable morocho... Peter creo que se llamaba. Su mirada se cruzó por un segundo con la mía y luego camino hasta la terraza. Esta era mi oportunidad de demostrarle que no podía jugar conmigo ni mucho menos ignorarme.
Tome las manos del chico que aun seguía atacando mi cuello, y las aparté de mí. Me separe de él y giré para guiñarle un ojo.
Me arregle el vestido y camine lenta y cuidadosamente hasta la terraza.
Salí y busque al morocho con la mirada y lo encontré en un rincón, hablando por celular. Me acerqué silenciosamente y antes de llegar me detuve al escuchar que discutía con alguien.

-No voy a colgarte! -habló él desesperado- no quiero dejarte tampoco, sabes que te amo, y no quiero que dudes de mi -le explicó con un tono de voz cansado- no quiero estar lejos de vos Natalia! -exclamó- mi amor.. Escúchame ¿sí? -silenció y luego de unos segundos bufó- está bien, hablamos cuando vuelva a casa porque no voy a amargarme ni un día más por esta mierda! -colgó-
Pasó las manos por su rostro y luego sacó su cajetilla de cigarros. Sacó un cigarro y lo metió en su boca, lo prendió y segundos después expulso fuertemente el humo.
Lo observé por algunos minutos. Lo notaba preocupado y la misma vez enfadado, enojado.. Quizás con su novia, por lo que había escuchado.
Me acerqué sin pensar ni una sola vez. Me puse a su lado tal y como hace unas horas atrás.
Esta vez sí notó mi presencia, me miró de reojo y negó con la cabeza.
-No estoy de humor para soportar tu ego -aseguró-
Lo miré con mi ceño fruncido, le iba a arrebatar lo que me dijo pero realmente estaba mal. Lo podía ver en su rostro y en sus ojos.
Suspiré y asentí.
-¿Estas bien? -pregunté interesada-
-No te importa -respondió seco-
-Ei, Estoy tratando de ser amable y vos no lo notas -admití-
Su mirada se posó en mí por varios segundos, quizás minutos.
-Tenes razón -suspiró, y sacó la cajetilla de cigarros de su bolsillo- ¿queres uno? -me ofreció-
Asentí y saqué uno. Lo prendí y apoye mis manos en la baranda tratando de relajarme. Miré el mar por algunos minutos hasta que volví mi vista a él. Aun seguía igual.
-Podes contarme si queres -hablé, él me miró- estoy casi borracha, y de seguro mañana no recordaré nada -admití- desahógate.

Continuara...




Segundo cappppppppp.. Y espero que les guste, besotes, Y GRACIAS POR LEER! grosas, genias, divinas, idolas.. ajajja chauuu(L).
@Chilelaliter

What About Us.

Capitulo Uno.

Me puse brillo labial en mis labios por última vez, arregle las ondas de mi cabello y observe detalladamente cada centímetro de mi cuerpo en aquel ajustado vestido rosa. Estaba todo en orden.
Mi puerta sonó. Sonreí con soberbia mientras me miraba en el espejo. Volteé, agarré mi pequeña carterita negra, observé mis tacones y mordí mi labio inferior. Esta noche definitivamente era mía.
Abrí la puerta cuidadosamente, y ahí estaba mi amiga. Alta, rubia y de ojos verdes. Todo lo opuesto a mí, sin embargo éramos la combinación perfecta.
La miré de pies a cabeza, tenía puesto un vestido azul que resaltaba su trasero y sus largas piernas, su pelo rubio tenía pequeñas ondas y su labial era rojo.
-Perfecta.
Musité luego de sonreírle.
-Estas a un paso de alcanzarme -proseguí-
-Ay, cállate enana -bromeó-
-Enana tu tanga querida -le guiñe el ojo y salí de mi habitación-
Su risa retumbó en las finas paredes de aquel lujoso hotel. Cerré la puerta y guarde mi tarjeta. Caminamos hasta el ascensor.
-¿Lista para matar la noche? -Le pregunté mientras esperábamos el ascensor-
-Siempre -contestó-
-¿Dónde está Max? -le pregunté interesada al no verlo junto a nosotras como de costumbre-
-Abajo, esperándonos -respondió y rodó sus ojos-
-Tranquila, hoy le conseguimos una puta para que se entretenga -aseguré-
-Y que le dé un buen polvo para que alegre su jodida vida -agregó Eugenia-
Reímos. Era cierto, el humor de Max era terrible. Amargado era poco.

El ascensor llegó. Nos subimos y gracias a la santísima virgen y los santos, que no había nadie allí. Odiaba tener que bancarme a gente en los ascensores.
-¿Se ven un poco más grandes? -preguntó mi amiga mientras se arreglaba las tetas en el espejo-
-Muy -reí- ¿qué te pusiste?
-Push Up -sonrió-
-Nena, tus tetas van a explotar -exclamé-
-¿Y las tuyas? -bajo su vista a mis pechos- yo las conozco y sé que no son exactamente de este tamaño -movió sus cejas-
-Solo para provocar -me las toqué- y para que todos sufran -sonreí orgullosa-
Eugenia rio y yo la acompañe.
-No quiero fotos -gruñó antes de salir del ascensor-
-Hay que salir divinas en estas, porque a la vuelta nadie nos puede ver borrachas -aseguré-
Ella asintió y agarro mi mano, caminamos hasta el lobby del hotel y ahí nos encontramos con Max, nuestro manager.
Su expresión no fue la mejor al vernos llegar vestidas así, pero ya era costumbre.
Cada noche peleábamos con él por lo mismo, no nos dejaba disfrutar de nuestra noche tranquilas, siempre llegaba con su sermón de que éramos famosas, que teníamos que guardar nuestra imagen de adolescentes influyentes, que nos teníamos que portar bien, no mostrar mala actitud con la gente y bla, bla bla. Definitivamente era un loco obsesivo por la plata, y nosotras pocas veces lo tomábamos enserio. Si no fuese porque amábamos cantar, actuar y modelar, lo hubiéramos mandado a la mierda hace mucho tiempo.
-¿Ya saben las reglas verdad? -musitó antes de salir del hotel-
-Si Max -bufé- ¿tranquilo?
El negó y miró a dos hombres que estaban de negro detrás de él. Se nos acercaron de inmediato.
-Ellos las van a cuidar hoy -habló Max-
Miré a los hombres de pies a cabeza ¿esta imbécil quería jodernos la vida?
-¿Y para qué? -pregunté molesta-
-Marianita -sonrió irónicamente- te conozco tanto que sé que hoy va a ser una locura.
Hice una mueca con mi boca y suspiré molesta.
-Por lo menos dime que no van a estar a nuestro lado toda la noche -musité-
-No, pero las van a estar vigilando -respondió-
-¿Y vos, vas a ir? -preguntó Euge-
-Tengo una cena, quizás luego vaya -contestó-
-¿Una cena? -preguntó la rubia moviendo sus cejas-
Ambas reímos mientras Max nos fulminaba con la mirada.
-Ay no seas amargado! -exclamé- es solo una broma.
Suspiró pesadamente y desvió su mirada.
-Váyanse -ordenó-
-¿Hay fotógrafos? -preguntó la rubia-
-Algunos -nos miró- así que sean amables ¿sí?
Asentimos obligadas.

De la mano salimos del hotel encontrándonos con unos pocos fotógrafos, sonreímos para ellos y luego nos subimos al auto que nos estaba esperando para ir hacía el boliche.
Hoy era nuestra primera noche en Punta del Este, habíamos venido a hacer tres conciertos acá y justamente en la temporada de verano. Iba ser una locura, y estábamos preparadas para eso. Hace dos años éramos un dúo, y la fama nos pegó fuerte. Llenábamos de gente en donde quiera que estuviéramos, teníamos miles de fans teen y estábamos viviendo nuestro mejor momento, teníamos lo que queríamos y nos encantaba.
Éramos un poco groseras y no nos importaba lo que dijeran de nosotras, nos encantaban las fiestas, el alcohol y el descontrol. Nos aprovechábamos de ser famosas, y conseguíamos todo con un simple coqueteo. Nuestros cuerpos estaban firmemente tonificados y nos encantaba que todos los hombres nos desearan. No tomábamos nada enserio y queríamos vivir la vida loca, disfrutarla y cumplir nuestra única regla. 'No enamorarnos jamás de un chico' eso sería la perdición de nuestra carrera.

Nos bajamos del auto y absolutamente toda la gente que estaba a nuestro al rededor posó su mirada en nosotras. Sonreímos soberbias y caminamos seguras hasta la entrada principal del local que habíamos elegido para nuestra primera noche de descontrol.
Nuestros 'vigilantes' hablaron con los guardias del local y rápidamente entramos, sin antes escuchar los gritos de los necesitados hombres que estaban en la fila y las venenosas miradas de las perras envidiosas.
El boliche estaba casi lleno. La música a todo volumen y la gente estaba bastante buena y de nuestro estilo. Nos indicaron el camino hacía el sitio 'vip' del local, y las hambrientas miradas de los hombres recorrieron nuestros cuerpos. Me encantaba provocarlos, me encantaba volverlos locos y dejarlos con las ganas. Nos encantaba llamar la atención de todo ser viviente, éramos una dupla llena de sorpresas y misterios.
En el vip estaba parte de nuestro staff, los saludamos y las botellas de champagne llegaron a nuestro lado para rápidamente servirlas en copas.
-Pensé que no iban a venir -gritó en mi oído nuestra estilista-
-¿Y perdernos la primera noche en punta? -pregunté riendo- estás loca!
-Olvidaba que eran las reinas de la noche -rio-
-Princesas, aún estamos trabajando para ser reinas -corregí riendo-
Reímos y seguimos charlando de cosas sin sentido. El vip era grande y había otras personas que seguramente tenían dinero ahí.

No pasaron más de diez minutos y ya teníamos a dos chicos mirándonos fijamente mientras bailábamos. Los observé y estaban muy buenos, partibles en diez, sexys y con dinero. Me gustaba.
-Se parten boluda -habló Euge en mi oído-
-Hay que jugar -sonreí-
-Obviamente! -exclamó riendo-
Reí y seguí bailando. Los chicos se fueron acercando de a poco hasta que al fin nos hablaron. Intentaron meterse con el baile pero no les resulto muy bien porque no les dimos bola.
-Mariana Esposito -rio- No esperaba encontrarte acá ¿sabes?-susurró el chico rubio en mi oído mientras yo seguía bailando-
Volteé y lo miré fijamente. Estaba bronceadito y tenía muy lindas facciones.
-Ni yo -sonreí-
Se acercó a mi oído y rio gravemente. Eso me volvió loca.
-No es normal encontrarme con famosas cada vez que salgo -aseguró-
Reí. Me encantaba que me conocieran, que supieran que acá yo era la importante.
Me acerqué a su oído y hablé.
-Aprovéchalo entonces.
Sonreí y traté de alejarme pero él me lo impidió. Me agarro de la cintura y me atrajo hacia él. Dominante.
-Sos hermosa -dijo mientras hundía su rostro en mi cuello-
Reí y enrede mis brazos alrededor de su cuello.
-Gracias.
Me miro a los ojos y sonrió. Tenía unos radiantes dientes blancos.
Se acercó a mi rostro con evidentes ganas de besarme y corrí mi rostro. Él rio y se quedó por algunos segundos en mi cuello mientras bailábamos. Nuevamente trató de encontrar mis labios y lo alejé. Solté mis brazos de su cuello y lo empujé un poco, él me miró algo desentendido pero sin perder su maldita risa.
-¿Qué pasa? -preguntó-
-Nada -sonreí-
Así no eran las cosas conmigo, yo decidía si quería besarlo o no, yo decidía cuando y yo decidía la confianza que se podía llegar a tener.
-¿Porque te alejas entonces? -preguntó riendo-
-Porque no quiero besarte -lo miré a los ojos-
Rio y tomo de su copa.
-No te iba a besar -aseguró-
-Qué bueno, porque yo tampoco -sonreí-
Volvió a reír. ¿Creía que estaba jugando?
-¿Porque tan pesadita? -preguntó mientras se acercaba-
-Porque sí -lo miré- y sabes qué.. -suspiré- me estás aburriendo -bufé- así que podes libremente mover tu culo de acá ¿sí? me harías muy feliz.
Sonreí irónicamente y me aleje de él para observar a la multitud que estaba abajo bailando. Volteé a ver a mi amiga y la vi muy bien con su chico. Rodeé los ojos y... necesitaba un cigarro.

Me acerque a Sabri, la vestuarista. Y le dije que me acompañara a fumar, salimos a la terraza y prendí un cigarro. Necesitaba relajarme.
Sabrina me hablaba y yo hacía que la escuchaba, a veces era detestable. Miré a mí al rededor y note a varias personas, algunas mirándome y otras simplemente ignorándome y haciendo lo suyo. Mi vista se fijó en un morocho, alto y de cuerpo trabajado. Sexy. Estaba hablando por teléfono y tenía un cigarro en su otra mano. Parecía estar enojado y discutiendo. Sonreí al notar que había colgado. Inhalé por última vez mi cigarro, lo boté y con mis tacos, lo apagué.
-Ya vuelvo.
Le hablé a Sabri y decidida me acerqué hasta donde estaba el morocho. Llegue a su lado y me puse a mirar el mar al igual que él.
Estuve por unos minutos ahí y parecía ser que él aun no notaba mi presencia, y eso no podía ser. Nadie me ignoraba así y menos un chico.
Lo miré fijamente hasta que noté que sus ojos se desviaron a los míos. Rápidamente volví mi mirada hacia el frente y sonreí.
-¿Marcando tarjeta? -pregunté-
Rio. Pasó la mano por su pelo y habló.
-Algo así.
Reí y lo miré. Él hizo lo mismo. Sus hermosos ojos verdes hicieron que por un segundo me perdiera.
-Hola -hablé estúpidamente-
-Hola, soy Peter -se presentó- ¿y vos? -preguntó-
¿Qué? ¿No me conocía? ¿Me estaba jodiendo? No podía ser cierto. TODOS me conocían y él no podía ser la excepción. Esto debía ser una broma de muy mal gusto.

Continuara...


Oh, gracias por todoooooo(L)! Acá el primero, espero que les gustee!:) chau(L).