10 de octubre de 2013

What About Us.



Capitulo Treinta y Tres.

-¿Qué vamos a hacer esta noche? –Preguntó  Peter-
Lo miré sorprendida pero a la misma vez mi corazón saltaba de alegría por aquella estúpida pregunta. Dijo <Vamos> ósea que… me está considerando en sus planes de esta noche.

Volví a mi vista al placard y seguí buscando el vestido perfecto para esta noche.
 -Estoy invitada a una fiesta –respondí-
-¿De quién? –Preguntó interesado-
-Un famosillo por ahí –sonreí-
-¿Vas a ir?
-Si
-¿Sola?
Y por un momento pensé en invitarlo pero iba a ser un poco cursi preguntarle.
Negué y él encarno una ceja.
-¿Con quién vas a ir? –me cuestionó-
-Con alguien –sonreí- mejor dicho un chico.
Él solo asintió mientras arrugaba su frente.
-¿Vos tenes planes? –le pregunté-
-No, pensaba en hacer algo con vos pero veo que ya tenes una cita y..
-Tenemos una cita –lo interrumpí-
Su mirada se posó sobre la mía por algunos segundos hasta que capto mi indirecta.
-Vos sos ese chico, con vos voy a ir a la fiesta –aseguré-
Él rio y achino sus ojos. Y su maldita forma de reír me hacía latir el corazón más rápido.
-¿Y no pensabas preguntarme antes? –preguntó riendo-
-No
-¿Y si te digo que no?
-Me busco a otro acompañante –afirmé-
-¿Tan fácil?
Suspiré riendo y camine hasta a él.  Llegue a su lado y le sonreí completamente soberbia.
-Peter –exclamé- ¿Cuándo vas a entender que todos morirían por salir conmigo? –Dije agrandada- así o más fácil es buscarme a otro y no voy a dudar en hacerlo, si me decís que no.
-No vas a necesitar buscar a otro.
-¿No? –pregunté sonriendo-
-Yo voy a ir con vos.

Y la felicidad aumentó dentro de mí. Peter me estaba desordenando completamente el esquema que tenía para mi vida sentimental. Estaba haciéndome sentir que él podía llegar a valer pena, a que él si me podía hacer feliz y que no necesitaba a buscar a otro porque con él me bastaba.

-Entonces, anda a cambiarte –camine hasta mi placard nuevamente-
-¿Cómo debo ir específicamente?
-Lindo
Él rio y yo lo seguí.
-¿Algo más?
Me volteé y lo miré fijamente.
-Vos sabes perfectamente como debes ir.
Le guiñe un ojo y me volví a buscar un vestido.
-¿Va a alguien que conozca? –preguntó
-Tal vez, no sé a quién conoces y a quien no –respondí-
-¿Tu amiga?
-¿Euge? –le pregunté-
-Si
-¿Te gusta Euge? –me volteé rápidamente-
Él rio y negó a la misma vez.
-¿Por qué? ¿Estás celosa acaso?
-Claro –reí- pfff!! Como te gustaría ¿no?
-La verdad es que no.
-No creo estar muy de acuerdo con tu respuesta –reí-
-La verdad es que no me gusta que me celen por todo –explicó- pero viniendo de vos, podría considerarlo atractivo.
-¿Por lo que sexy que soy verdad?

Peter rio y camino hasta mí. Lo miré atenta hasta que se acercó peligrosamente a mí. Una de sus manos se posó en mi cintura y la otra hasta mi cuello, casi llegando a la nuca.
Su cuerpo se apegó al mío y su mirada penetró intensamente la mía.
-Sos muy sexy –susurró-
Mordí mi labio inferior y lo mire fijamente.
-Y no te imaginas todo lo que estás provocando en mí.
Finalizo para luego atacar mi boca con un beso descontrolado y apasionado. Un beso que se patentaba como los que siempre nos dábamos. Un beso tan nuestro, casi al borde de la  lujuria, tan <nosotros>.

Cuenta Peter.

Faltaban diez minutos para las doce de la noche cuando la vi. Tan linda como ella sola, tan diosa como para que todos desearan estar con ella, tan brillante como una estrella y tan Lali que me hizo querer que fuera exclusivamente mía.
Me acerqué a ella mientras caminaba a mi auto. Le di una de esas sonrisas que sabía que la mataban y agarre su mano.
-Estás hermosa.
Susurré antes de besar ligeramente su mejilla. Miré su boca y sus labios estaban completamente rojos, el deseo carnal de arrancarle ese labial a besos había despertado en mí.
Ella sonrió tan única y entrelazó sus dedos con los míos.
-Vos estás buenísimo –aseguró-
-¿Estoy vestido para la ocasión? –pregunté-
-Perfectamente.

Caminamos hasta el auto sin que nuestras sonrisas desaparecieran. Le abrí la puerta del copiloto y luego me fui a mi puerta para subir a manejar mi auto.
-Enserio, estás muy muy muy linda.
-Gracias Peter.
Le guiñe un ojo y encendí el motor.
-¿Hacia dónde? –pregunté-
Lali me mostro la dirección por su celular y acelere hacia nuestro destino que quedaba a casi media hora.
Lali encendió la radio y para su suerte estaban pasando uno de sus temas más conocidos. Se puso a cantar y a bailar como loca mientras yo solo la miraba de reojo y admiraba su talento. Si de algo estaba seguro sobre ella, era que le encantaba la música. Y amaba su trabajo.

-¿Alguna indicación para no arruinar tu noche? –le pregunté luego de unos veinte minutos de recorrido-
-¿Necesitas alguna indicación? –preguntó-
Hundí mis hombros y negué a la vez.
-Lo preguntaba por si no queres ser vista con un tipo como yo.
-Relájate, adentro no van a ver ni periodistas, ni cámaras, ni paparazis, ni chismosos, ni nada de nada –sonrió- es una fiesta exclusiva.
-Wow, ¿me tengo que sentir V.I.P? –le pregunté riendo-
-Obviamente! –Rio-
-Supongo que si habrán paparazis afuera de la fiesta.
-Claro, como siempre.
-¿Y qué tengo que hacer? –le pregunté-
-Caminar hacia la casa y nada más –contestó riendo- ¿acaso nunca has una fiesta de famosos? –preguntó sorprendida-
-Claro que he ido –reí- y a muchas, pero la verdad es que nunca he llegado junto a una famosa tan <famosa> como vos.
Lali rio.
-No te preocupes, de seguro mañana apareces como el novio de Lali Esposito pero nada más –ironizó mientras reía-
-No te debería dar risa algo que sabes que va a pasar así.
-Me rio porque siempre me pasa lo mismo! A penas me ven con un chico dicen que es mi novio y no! –Exclamó- pero no me importa, ¿a vos te jode en algo si pasa eso? –le pregunté-
-No
-Entonces no hay de qué preocuparse lindo –me sonrió- hoy la vamos a pasar divino, vas a conocer a muchísima gente y vas a darte cuenta que no es tan malo ser famoso.
-La verdad no me emociona mucho conocer a gente famosa pero bueno… –reí- si te hace feliz eso.
-Me hace feliz que vos me acompañes –musitó-
La miré por un segundo sorprendido y ella sonrió tan tierna como pocas veces.
-Eso me hace feliz –concluyo-

Y sin pensarlo más de una vez, me corrí hacia un costado de la autopista y me estacioné.
-¿Qué haces? –preguntó desentendida-
La miré y mi boca se abrió para regalarle una de mis más sinceras sonrisas.
Me acerque a ella y la besé. Y es que era imposible no querer darle un beso cada vez que me hablaba y me sonreía da esa manera.

Continuara…